En la televisión cubana, dos nombres resuenan con fuerza: Bruno y Lázaro. Estos no son solo personajes, sino los papeles interpretados por Omar Rolando, un joven actor cubano cuyo talento y versatilidad lo han catapultado al reconocimiento del público y la crítica.

La vida de Omar Rolando, el talentoso actor cubano, está tejida con emociones profundas y momentos que marcan su camino. Detrás de su éxito en la televisión, se esconde una historia conmovedora.

Con una presencia innegable en la serie «Calendario» y la telenovela «Asuntos Pendientes», Omar Rolando ha demostrado su capacidad para dar vida a personajes diversos, desde el chico bueno hasta el más negativo de los antagonistas.

Omar González Rolando, nacido el 27 de septiembre de 1990 en La Habana, creció en un entorno donde la actuación estaba enraizada en su familia. Criado por su abuela Trinidad Rolando Portocarrero, actriz cubana de renombre, Omar encontró en ella su principal inspiración para embarcarse en el mundo de la actuación. Para honrar su memoria, decidió ser conocido como Omar Rolando en el mundo artístico.

Con tenacidad y pasión, Omar se postuló para la Escuela Nacional de Arte (ENA), superando los obstáculos y graduándose en 2010. Su primer protagónico en la televisión como Dany en el teleplay «Pasos Firmes» lo catapultó como actor, brindándole tanto alegría personal como un crecimiento profesional inigualable.

La versatilidad de Omar Rolando es evidente en su amplio espectro de trabajos. Desde programas infantiles hasta series policíacas y telenovelas, ha dejado su huella en cada uno de sus proyectos.

En teatro, Omar encuentra su hogar, un espacio donde su pasión por la actuación florece y se convierte en un deporte de alto rendimiento. Pertenece a los grupos teatrales «El Público» y «El Portazo», donde sigue perfeccionando su arte.

Omar Rolando también ha demostrado su destreza en el cine, participando en películas como «Inocencia», donde interpretó a Carlos de la Torre y Madrigal, uno de los estudiantes de medicina fusilados injustamente en 1871.

El reconocimiento ha sido constante en su carrera. Mención en los premios Adolfo Llauradó y el premio Caricato de actuación en televisión son solo ejemplos de su éxito.

El proceso de Omar para construir personajes es meticuloso. En «Calendario», su personaje Bruno se inspiró en su propio hermano, mientras que en «Asuntos Pendientes», Lázaro es fruto de una historia de ficción cuidadosamente elaborada en su mente.

 

Actualmente, Omar Rolando vive en Miami, llevando su talento a nuevos horizontes. A medida que continúa desafiándose a sí mismo y explorando nuevos territorios artísticos, su objetivo es simple: ser reconocido y recordado por su público.

Hace poco tiempo en entrevista en el programa “La Casa de Maka”, el actor compartió un capítulo especial de su vida.

La ausencia de su padre biológico siempre fue un tema que resonó en la mente de Omar.

Desde su infancia, Omar experimentó la figura paterna a través de su padrastro, José, quien llenó su vida de amor y afecto. Aunque la relación entre su madre y José eventualmente llegó a su fin, el impacto que tuvo en la vida de Omar fue duradero, convirtiéndose en la figura paterna que llevó consigo en su viaje.

Sin embargo, el anhelo de conocer a su padre biológico siempre latió en su corazón. Como un misterio envuelto en emociones y curiosidad, ese deseo se convirtió en una especie de motor para alcanzar sus sueños en el mundo de la actuación.

Omar nunca había conocido a su padre biológico, solo conocía su nombre, «Guillermo», y conservaba una fotografía de él.

La oportunidad de conocer a su padre llegó inesperadamente a través de una amiga que estaba relacionada con la Compañía de Teatro Infantil la Colmenita, donde su padre trabajaba como profesor. La casualidad quiso que una foto compartida en redes desencadenara un momento revelador: el hombre en la imagen era su padre biológico.

Pero la sorpresa no terminó ahí pues Omar tenía también una  hermana, la otra pieza de este rompecabezas familiar.

Sin embargo, el camino hacia el reencuentro no fue fácil. La herida emocional que llevaba consigo desde su infancia hizo que Omar se mostrara renuente a dar el paso. El dolor de años de ausencia y el deseo de protegerse a sí mismo creaban una lucha interna. La amiga, que conocía el peso de esa situación, lo alentó a dar el paso y conocer a su padre.

Finalmente, con el coraje y la preparación adecuada, Omar decidió ver a su padre, el encuentro, que tuvo lugar justo un día antes de su partida hacia los Estados Unidos, fue un momento de emociones intensas. Horas de conversación se convirtieron en un puente entre el pasado y el presente, entre las preguntas sin respuesta y la oportunidad de conectar con una parte de sí mismo que había permanecido en la oscuridad.

La historia, que comenzó con misterio y anhelo, se desplegó en un final feliz. A pesar de las dificultades y las barreras emocionales, Omar encontró en su padre y su hermana un nuevo lugar de pertenencia. El trayecto hacia Estados Unidos solo marcó el inicio de una relación que ha crecido con el tiempo y la distancia.

El camino de Omar Rolando no solo está forjado por su talento en la actuación, sino también por la valentía de enfrentar las emociones más profundas y buscar conexiones auténticas. Su historia es un recordatorio de que los finales felices son posibles, incluso cuando la vida presenta desafíos inesperados.