Si hay algo que los cubanos saben hacer bien, es reírse de sí mismos y encontrar humor en las situaciones más cotidianas. Y durante más de 25 años, la televisión cubana nos regaló uno de los programas humorísticos más icónicos y queridos: «Detrás de la Fachada.»

Este programa, que se transmitía puntualmente todos los miércoles a las 8:40 de la noche, se mantuvo en el aire desde 1957 hasta 1987, dejando una huella imborrable en la memoria de varias generaciones de espectadores.

La trama de «Detrás de la Fachada» se desarrollaba en un edificio de apartamentos, y en él, diferentes parejas de personajes satirizaban la vida cotidiana. Las situaciones cómicas y los diálogos ingeniosos eran el pan de cada día en este programa que se convirtió en un reflejo humorístico de la sociedad cubana de la época.

El programa fue creado y escrito inicialmente por Marcos Behemaras y dirigido por José Antonio Caíñas Sierra. Posteriormente, Arturo Liendo y Carballido Rey se unieron al equipo de escritores. Pero más allá de los nombres detrás de cámaras, lo que realmente hizo brillar a «Detrás de la Fachada» fueron sus talentosos actores.

En el centro de este programa se encontraba José Antonio Cepero Brito, quien desempeñaba un papel central y a menudo servía como contrafigura cómica. A su lado, teníamos a Mimí Cal, quien después fue reemplazada por Eloísa Álvarez Guedes y, finalmente, por Consuelito Vidal. Esta última, además de narrar y comentar las situaciones que se desarrollaban en pantalla, aportaba una buena dosis de chistes que el público adoraba.

El elenco de actores que formaron parte de «Detrás de la Fachada» incluía a destacados artistas cubanos como Alfredo Perojo, Rosario Carmona, Conchita Brando, Elena Bolaños, Enrique Arredondo, Reinaldo Miravalles y Eloisa Álvarez Guedes, entre otros. Cada uno de ellos aportaba su talento y carisma a las distintas parejas cómicas que llenaban de risas los hogares cubanos.

En el transcurso de cada episodio, el público podía disfrutar de las disparatadas situaciones que vivían personajes como Manolo y Cuca, Monga y Bernabé, o Melesio Capote y Valeria. La química entre los actores y sus habilidades para el humor contribuyeron al éxito sostenido del programa durante casi tres décadas.

«Detrás de la Fachada» no solo se ganó un lugar especial en los corazones de los cubanos, sino que también se convirtió en un fenómeno de la cultura popular de la isla. Sus elevados niveles de audiencia y su capacidad para reflejar las situaciones de la vida cotidiana de una manera humorística garantizaron su longevidad en la televisión cubana.

Hoy, cuando recordamos este programa, no solo revivimos momentos de risas y diversión, sino que también celebramos la habilidad única de los cubanos para encontrar humor en las circunstancias más simples. «Detrás de la Fachada» es un recordatorio de que, incluso en medio de las dificultades, el espíritu cubano siempre encuentra razones para sonreír y disfrutar de la vida.