En Cuba, a las tres de la tarde, suena un nombre que todos conocen, pero pocos entienden realmente quién fue Lola y por qué su memoria está tan arraigada en la cultura cubana. Esta es la historia de Dolores Oropesa, la mujer que se convirtió en leyenda, marcando para siempre «La hora en que mataron a Lola».

Dolores Oropesa era una joven habanera, cuya vida la llevó por un camino que la sociedad de la época marcaba como tabú. La necesidad, más que la elección, la había empujado a la profesión de la prostitución, un destino compartido por muchas mujeres en su situación.

Al igual que otras mujeres de su oficio, Lola no carecía de pretendientes, algunos de los cuales eran extremadamente celosos. Entre ellos se encontraba un influyente médico de La Habana, cuyos celos lo llevarían a cometer un acto atroz. Un fatídico día, a las 3:00 de la tarde, en medio de una tormenta de celos, este médico apuñaló a Lola en el pecho, arrebatándole la vida en un instante.

En esa época, los crímenes pasionales eran lamentablemente comunes, y sus historias apenas merecían una breve nota en las páginas rojas de los periódicos. Sin embargo, un inesperado giro del destino cambiaría la percepción de ese trágico día.

El entonces presidente de Cuba, Ramón Grau San Martín, conocido por su carácter jovial y bromista, terminó un discurso mirando su reloj y exclamó: «¡Coño, son las tres de la tarde, la hora en que mataron a Lola!». Esta declaración casual se quedó grabada en la memoria de la nación, pero nadie sabe si el presidente tenía alguna conexión real con Lola o si simplemente surgió de su ocurrencia en el momento.

Lo que es indiscutible es que desde ese día, las 3:00 de la tarde en Cuba se transformaron en «La hora en que mataron a Lola». Una hora que, a pesar de su origen violento y machista, ha sido adoptada por los cubanos de manera festiva y jocosa en su vida cotidiana.

En la cultura cubana, hacer referencia a «La hora en que mataron a Lola» es una forma de compartir una anécdota divertida o simplemente de recordar a la enigmática Lola. Así, se ha despojado a la historia de su contenido oscuro y se ha convertido en parte del código de conducta social de la isla.

Más allá de la violencia y la tristeza asociadas a esta leyenda, los cubanos han transformado a Lola en una figura icónica que se refleja en canciones populares y expresiones cotidianas. En Cuba, estar «mejor que Lola» es un estado de disfrute máximo, y «¡Adiós, Lolita de mi vida…!» durante los eventos deportivos, se ha transformado en una expresión humorísticas.

Así, Lola, una vez una mujer anónima, se ha convertido en una parte indeleble de la cultura cubana.