¿Puedes imaginarte vivir sin dormir por 39 años? Parece algo de otro mundo, ¿verdad? Sin embargo, hubo un hombre que desafió todos los pronósticos y pasó 39 años sin dormir. Esta es la fascinante historia de Paul Kern, un húngaro cuya vida asombra y desconcierta a la vez.

Todo comenzó en febrero de 1955, cuando Paul Kern, residente de Hungría, falleció después de más de tres décadas de estar completamente privado de sueño. Sin embargo, su historia se remonta a los turbulentos días de la Primera Guerra Mundial. En medio del caos de la guerra, Kern se enlistó voluntariamente para pelear en el frente ruso. Pero su destino cambió en 1915 cuando un disparo enemigo lo hirió gravemente y lo dejó al borde de la muerte.

El milagro, o tal vez la ironía, radica en que Kern sobrevivió. Las heridas de Kern eran tan graves que los médicos no tenían muchas esperanzas de supervivencia. Pero el destino tenía otros planes. Después de varios días en un estado de inconsciencia, Kern despertó, sin daños neurológicos aparentes. Era como si hubiera presenciado un milagro: hablaba, recordaba, leía e incluso resolvía cálculos matemáticos con normalidad. Sin embargo, había un giro extraño en esta historia. Kern había despertado, pero el sueño no volvió a visitarlo.

Esta condición lo convirtió en un caso de estudio. Los médicos creían estar frente a un milagro, pero las consecuencias llegaron rápidamente. Su trastorno del sueño se volvió irreversible. A pesar de los pronósticos de una muerte segura, Kern vivió y regresó a Hungría, donde llevó una vida sorprendentemente normal trabajando en el correo.

Su insomnio se convirtió en un rasgo característico. Recorría bares por las noches, compartiendo su historia y cobrando por ello. Para Kern, no dormir trajo beneficios inesperados. Su vida fue monitoreada por médicos húngaros y estudiada por especialistas de toda Europa. ¿Cómo era posible que alguien viviera sin dormir durante tanto tiempo sin sufrir consecuencias fatales?

En 1955, la vida de Paul Kern llegó a su fin. Después de casi cuatro décadas de privación de sueño, su cuerpo finalmente cedió. Los médicos y expertos seguían perplejos por su caso, ya que no había otros registros similares en la historia. Kern se convirtió en una excepción inigualable, un enigma que desafía nuestra comprensión de la necesidad humana de dormir.